La vigésima edición de la Conferencia Internacional sobre
Sida que terminó este viernes en Melbourne quedará grabada en la memoria de
científicos y activistas. Permanecerá en ellos el recuerdo amargo por la
pérdida de seis personalidades importantes que viajaban hacia allí en el vuelo
de Malaysia Airlines que explotó el 17 de julio en cielo ucraniano, mientras
cubría la ruta Ámsterdam - Kuala Lumpur. En la aeronave viajaban 298 personas y
todavía se desconoce quiénes fueron los autores de un presunto disparo de un
misil tierra-aire.
El suceso afectó mucho al evento y aunque el ambiente mejoró
con el paso de los días, nunca llegó a lo que se presumía. Si bien la comunidad
que trabaja en la lucha contra el sida está muy acostumbrada a perder líderes,
dado que muchos de sus principales luchadores padecen de esta enfermedad
mortal, la razón de estas muertes descolocó a todos.
“El movimiento de la lucha contra el sida no es ajeno a este
tipo de altibajos; hemos perdido mucha gente. De la primer década del VIH
perdimos a casi todos los pacientes. Fue una época muy devastadora y sin
embargo seguimos adelante”, dijo a 180 el expresidente de la IAS Julio
Montaner.
Los asistentes se enteraron de la tragedia en diferentes
lugares: algunos en sus países de residencia, otros en alguna escala aérea
camino a la convención y muchos lo supieron al llegar a Melbourne. La primera
reacción fue de shock. Tanto las autoridades como los oyentes quedaron
desorientados y los cuestionamientos no demoraron en llegar.
La primera duda fue si el congreso debería realizarse y la
Sociedad Internacional sobre Sida (IAS, por sus siglas en inglés) fue tajante
en su respuesta, comunicada por la premio Nobel Françoise Barré-Sinoussi,
presidenta de la IAS, sobre el Sida: la conferencia seguirá adelante por
respeto a las vidas perdidas, “porque sabemos que es lo que (los fallecidos)
hubieran querido que hiciéramos''.
Montaner, que dirige el British Columbia Centre for
Excellence in HIV/AIDS, fue en la misma línea: “La lucha que tenemos en frente
es mucho más fuerte que nuestra opresión de dolor y lo mejor que podemos hacer
para honrar la contribución de nuestros colegas que fallecieron en este evento
tan desgraciado es continuar con el congreso”.
El comunicado oficial de la IAS también destacó que se
trataría de "una oportunidad de reflexionar y recordar a aquellos que
hemos perdido".
La conferencia abrió sus puertas el 20 de julio y ofrecía
desde el inicio, distintos puntos y formas de recordación de las victimas. Dos
espacios con libros de condolencias, un escritorio para información específica
sobre el accidente y los fallecidos, un sector de velas para recordar a los
afectados y un memorial de 50 metros de largo que atravesó el corredor
principal, en el que se invitaba a honrar a “colegas y amigos a bordo del mh17”
atando cintas rojas en los grandes paneles que se desplegaban, fueron las
principales instancias disponibles para que los más de 12.000 participantes
recordaran el suceso.
Con el correr de los días, la tristeza se volvió nostalgia
pero la alegría siguió contenida y no se debió a la ausencia de razones para
sonreír. “El presidente Clinton, ayer, a cada párrafo que terminaba se refería
a los nuevos objetivos de las Naciones Unidas denominados ‘90-90-90’. Como les
decía a mis colegas, nombró 90 veces al ‘90-90-90’, estuvo fantástico. A pesar
de todo esto, que nos llenaría de alegría, emoción y entusiasmo, y nos tendría
celebrando, honestamente nos es muy difícil hacerlo cuando un colega, un amigo,
un hermano en la lucha contra el VIH/Sida está ausente, y particularmente por
la razón que lo tiene ausente, porque esta es una injusticia que no tenemos
palabras para describir y que obviamente ha transformado nuestro ánimo en
Melbourne”, contó Montaner.
La estrategia “90-90-90” apunta a alcanzar estos porcentajes
en tres frentes: que el 90% de las personas infectadas en el mundo sepan de su
condición; que el 90% de ellas accedan al tratamiento de forma libre, gratuita
y continuado en el tiempo; y que el 90% de ellos tengan un efecto antiviral
prolongado, que permita suprimir la carga viral a largo plazo.
En torno al programa del congreso, también hubo cambios.
Desde la ceremonia inaugural, en la que se realizó un minuto de silencio y se
leyó una carta de condolencias, hasta el cierre oficial, casi todas las
ponencias hicieron mención del hecho. Además, Joep Lange, pionero de la lucha
contra el sida fallecido en el avión, iba a disertar durante en el primer día
del congreso.
Melbourne suele ser sede de grandes eventos internacionales
como la Fórmula Uno y el Australian Open de tenis, la cumbre del G20 que tuvo
lugar en esta ciudad en 2006 y nuevamente llegará en 2014, además de festivales
internacionales de cine, teatro y otras disciplinas artísticas. Sin embargo, la
llegada de la XX Conferencia Internacional sobre Sida generó una gran
expectativa.
Antes de la fecha de comienzo se realizaron más de 55
eventos en todo el país sobre esta temática. Las calles mostraban carteles
sobre el congreso y muchas banderas con el logo de la actividad adornaban los
postes de luz de la ciudad. Además, se repartieron folletos informativos y se
colocó un cartel de unos 20 metros que atravesaba el puente Flinders, a unos
metros de Federation Square, el punto mas importante de la ciudad para turistas
y habitantes en general.
A esta expectativa se sumó el incremento de la notoriedad
del evento que le aportó la tragedia del avión malayo. Además de varias
declaraciones de autoridades australianas, la gente tomó la iniciativa de
encender velas y acercar ramos de flores a la puerta del congreso y al espacio
que ocupaba el gran cartel sobre el puente. A su vez, el martes 22 por la noche
se realizó una vigilia con velas que originalmente era para homenajear a las 35
millones de personas que murieron a causa del sida pero que tomó un significado
extra que se podía ver en varias pancartas y se percibía en el ambiente: la
ocasión fue una oportunidad para recordar a los fallecidos que iban a la
conferencia.
Una vez que trascendió la noticia de que los seis
científicos fallecieron en el vuelo MH17 de Malaysia Airlines, hablaron varios
expertos. El consultor canadiense Trevor Stratton dijo a la cadena ABC de
Australia que “la cura para el Sida podría estar en ese avión, no sabemos, pero
no podemos evitar preguntarnos sobre el tipo de conocimiento que iba a bordo”.
Si bien la declaración apunta a destacar la importancia
crucial de los fallecidos, los científicos aseguran casi con unanimidad que la
cura está lejos. Sin embargo, hay razones para ser optimistas. Esta enfermedad
que padecen alrededor de 35 millones de personas no alcanza su efecto mortal en
muchos de sus afectados y ha pasado a la categoría de virus controlable y
manejable como una enfermedad crónica. Con esta situación como punto de
partida, la comunidad trabaja para lograr una mezcla de antirretrovirales que
permitan el tratamiento con la prescripción de una pastilla al día, al tiempo
que lanzó la campaña “90-90-90” y apunta a conseguir sus objetivos para 2020 y
eliminar al sida por completo para 2030.
El lema de la conferencia era “acelerar el ritmo” y su
declaración se tituló “nadie queda atrás”. Estos enunciados apuntaban a
redoblar esfuerzos y a luchar contra la estigmatización y discriminación de los
afectados, que perjudica el tratamiento temprano de la enfermedad, clave para
la supervivencia de los enfermos.
Julio Montaner resumió este congreso, que presentó avances
positivos pero estuvo atravesado por un gran dolor: “A pesar de que no estamos
con la alegría que podríamos haber estado, con los desarrollos positivos que
hemos visto en Melbourne creo que Joep debe estar sonriendo en algún lugar del
cielo y estará diciendo 'bueno, en Melbourne hemos dado el paso fundamental que
estábamos tan entusiasmados con dar”.
Las seis piezas influyentes que perdió el movimiento contra
el sida
El científico más conocido de los que perdieron la vida en
este vuelo era Joep Lange. Su nombre forma la lista de los menos de diez
científicos considerados fundamentales en la historia de la lucha contra el
sida y el desarrollo de la terapia antiretroviral que se utiliza hoy en día con
mucha efectividad debe una buena parte a sus aportes. Lange impulsó la
utilización de varios antirretrovirales en un mismo tratamiento, mientras que
en sus últimos años de carrera luchó por que los laboratorios permitieran el
acceso a los medicamentos por parte de más población, abaratando los precios.
Creador de la Fundación Pharmacces en 2001, resumía su misión con una frase:
“Si hoy por hoy podemos encontrar una lata de Coca Cola en cualquier parte de
África, también podremos ofrecer en esos lugares tratamientos contra el SIDA”.
Tenía 59 años y 5 hijos.
“La historia terapéutica del control de la epidemia pasa de
forma estricta por unos pocos nombres y Joep Lange tiene un espacio prominente
en ella”, destacó Ricardo Montaner.
Además, fallecieron en el avión Jacqueline van Tongeren,
pareja de Joep Lange, miembro directivo de la organización ArtAids y directora
de comunicaciones de cinco instituciones del sector en el que se especializaba
desde 1986; Glenn Thomas, portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
y experiodista de la BBC, que comenzó su carrera en el Departamento de
Tuberculosis y desde 2012 era Responsable de Medios de Comunicación de la OMS;
Pim de Kuijer, activista político y escritor holandés que recaudaba fondos para
la organización STOP AIDS NOW!; Martine de Schutter, encargada de programas de
la fundación STOP AIDS NOW!, que trabajó para la OMS en América del Sur y en
sus últimos años se enfocó el programa de Reducción de brechas, que favorece el
acceso a la salud para LGBT, trabajadores sexuales y personas que usan drogas.
Además, era una pieza clave en la red AIDS Action Europe, que conecta a más de
400 organizaciones de SIDA en Europa y Asia Central; Lucie van Mens, que
trabajaba para la Female Health Company como directora de programas de
desarrollo y apoyo, desde donde impulsaba programas en siete países africanos.
Además, de 2008 a 2011, fue coordinadora para la Fundación Acceso Universal al
Preservativo Femenino.
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