martes, 2 de agosto de 2011

RED-ACCIÓN en web


Si tantos autores han hablado de la frustración de la hoja en blanco no ha sido porque la del monitor vacío sea menor. De hecho, el Facebook, el Twitter y los portales de noticias nos alivian con una distracción temporal pero nos alejan del principal objetivo: llenar la pantalla de letritas. De todos modos, esta no es la única diferencia que hay entre escribir para papel y hacerlo para la web. Los soportes son distintos, los lenguajes diferentes y los métodos diversos. Redactar para internet requiere conocer el ciberespacio, los comportamientos del lector en este medio y los tipos de textos que más se ajustan a las distintas necesidades.

La comunicación digital implica interactividad, multimedialidad, cobertura en tiempo real e hipertextualidad. La interactividad obliga a que los artículos sean reescritos constantemente, basados en aportes de los usuarios. La multimedialidad le exige al redactor elegir la forma  apropiada de contar la noticia: dependiendo si se prioriza el audio, la imagen o la profundidad de los datos fríos que salen de ese hecho, seleccionará publicar la información en el formato adecuado. A su vez, la cultura del “directo permanente” convierte a internet en un medio que informa en tiempo real, achicando los plazos de entrega de lo redactado. Por último, la hipertextualidad permite al lector elegir su “propia aventura” y le aporta más utilidad al escritor, ya que logra centrarse en la información que recabó, dejando el contexto en manos de los links que transportan al usuario hasta el lugar donde se explican.


El lector de la web se caracteriza por su capacidad de elegir la profundidad a la que quiere llegar en el conocimiento de un asunto. De hecho, los estudios sobre hábitos de lectura en la red muestran la tendencia de los usuarios a “escanear” las páginas en busca de títulos y resúmenes; solo el 16% lee cada palabra. La principal tarea que se cumple al escribir en la web es la de facilitarle al lector la llegada a la información que necesita. 

Otro aspecto a tener en cuenta acerca de los lectores digitales es el tiempo que dedican a la lectura online, lo que obliga a una selección adecuada de contenidos, en contraposición a la abundancia: mientras el tiempo medio que las personas dedican al diario impreso es de 20 minutos, en la web es de siete minutos. 

Los textos informativos en la red también tienen sus particularidades. Según estudios recientes la lectura en pantalla es un 25% más lenta que en papel, por lo cual la extensión de las notas se debe reducir. Lo recomendable es separar los contenidos en pequeñas piezas. A su vez, los párrafos no deberían superar las cinco o seis líneas de extensión, con oraciones cortas y sin subordinadas. Los subtítulos hay que utilizarlos para orientar al usuario sobre el contenido de esa parte de la noticia, evitando connotaciones poéticas o subtítulos graciosos. 

Si la noticia siempre tiene que ser actual, en internet debe serlo más; lo que se lee en la web es sinónimo de lo que está pasando en este momento, por lo que las notas deben considerarse como “temas en evolución”. Lo recomendable a la hora de redactarlas es identificar las características de la información que se publicará y elegir entre tres tipos de noticias: breves, estándar y en profundidad. 

Las notas breves son de dos a tres párrafos de extensión, siendo el último el de contextualización de la información. Se usan cuando informamos de algo con inmediatez y queremos hacer llegar lo antes posible los primeros datos al lector. Este tipo de nota breve se actualizará y profundizará o se enlazará con otras más del mismo tema. Las estándar deben rondar las 250 palabras y se usan cuando el hecho que cubrimos tiene poca relevancia. Para no excedernos en el tiempo destinado a estas notas y no hipotecar la comprensión de la noticia se recomiendan muchos hipertextos para agregar información de otros sitios a la que estamos publicando. Las noticias en profundidad no deberían exceder las 450 palabras, divididas en ocho párrafos como máximo y se usarán cuando se quiera abordar un tema central de nuestra agenda informativa. 

Aunque la realidad no es la misma que la de los libros y en los hechos el principal dilema está en el equilibrio entre la inmediatez y la necesaria calidad y rigurosidad de los contenidos, siempre es bueno tener claro algunos puntos teóricos para hacer lo mejor que podamos, dentro de las condiciones reales en las que trabajamos. Hoy solo conocemos la punta del iceberg de la redacción en la web pero estas tendencias están sujetas a actualizaciones que vendrán quién sabe de dónde, ya que en internet no hay jerarquías y las reglas las ponen los usuarios con sus comportamientos ante la comunicación que reciben en sus monitores.

La gente confunde escribir bien con escribir claro, y no es lo mismo. Yo no entro a hacer juicios sobre qué es escribir bien, eso es opinable. A mi la ficción de escritura muy elaborada no me convence, prefiero una escritura clara, pero no discutiré con nadie que me diga que una escritura barroca, con muchos adjetivos y metáforas, es una escritura buena. Pero en términos de utilidad, la escritura clara es indispensable para que luego el lector nos entienda fácilmente. Para mí, ése es el objetivo en mi trabajo, que es el periodismo, pero hay muchos otros ámbitos en los que es muy importante, tanto en una ley como en un informe o un correo electrónico. Seas un médico, un arquitecto, un funcionario o un publicista presentando un estudio de marketing, tienes que intentar que tu expresión sea clara. El redactor catalán Jordi Pérez en una entrevista al diario español “La Vanguardi”. 4 de marzo de 2011.

La nota desde su lugar (páginas 48 y 49)


No hay comentarios:

Publicar un comentario