viernes, 8 de abril de 2016

Los 'funerales malditos' de Corea del Sur

El país ha cambiado: muchos llegan a la tercera edad sin ahorros ni descendencia. Pese a que un funeral es imprescindible, cuando mueren se aplica la "eliminación del cadáver"

Un funeral en Corea del Sur tiene varias similitudes con una fiesta de casamiento. Cientos de participantes asisten a un homenaje que dura tres días, en el que degustan comida y al que llegan con dinero para regalar a la familia. La vestimenta es menos formal que la de una boda y no hay damas de blanco, pero el lujo de la ceremonia no es mucho menor.

A su vez, la oportunidad sirve como demostración de estatus, ya que la reputación crece según la cantidad de invitados de honor que se acercan al evento y el tiempo que se quedan. Entre los que saludan a los dolientes hay familiares, amigos y compañeros de trabajo; algunos solamente pasan unos minutos y se inclinan ante la cama con el retrato del difunto, otros se quedan a comer y conversar durante toda la noche. Los que no pueden asistir envían coronas.

Lo que nunca falta son las donaciones. Al entrar al velatorio siempre hay una mesa con un libro de condolencias y, a su lado, la caja para colaborar con los gastos del ritual. Los contribuyentes depositan los sobres con sus nombres en esa urna y las reglas tácitas sobre cantidades son bien claras: a mayor cercanía, mayor expectativa.

Sin embargo, no todos los funerales coreanos son así. Cada vez más ciudadanos mueren en soledad, sin familiares dispuestos a reclamar sus restos y rendirles un homenaje que la cultura de ese país considera crucial para la entrada del difunto al próximo mundo.Los muertos sin familia eran casi 700 en 2011, mientras que en 2014 ya sobrepasaban los 1.000, según estadísticas del Ministerio de Salud y Bienestar. Alrededor de 300 eran personas sin hogar, según la organización no gubernamental Repartir Mejor, aunque el resto de los fallecidos suelen habitar unidades muy precarias y sus cuerpos no se han hallado hasta después de dos años, ya que nadie se entera de esas muertes.

Lo que les espera a los 'muertos solitarios', entonces, no es una ceremonia de tres días para homenajear su partida ni un evento pequeño de unas horas para decirle adiós. Para aquellos que no tienen familiares ni amigos, el Gobierno dispone lo que la ley denomina “eliminación de cadáver”, que se concreta sin ningún tipo de ceremonia.

“Ya no estamos hablando de calidad de vida sino de dignidad, es hiriente que algunos de nuestros compatriotas no puedan aspirar a nada más que una muerte digna, pero parece que su vida ya no es importante para nadie”, dice a El Confidencial Park Jin-ok, director de la organización Repartir Mejor, que trabaja para mejorar las condiciones de los más pobres.
Para muchos surcoreanos, no resulta conveniente reclamar el cuerpo de un familiar y menos aún hacerse cargo de un pomposo funeral. Además, la realidad no parece tender a un cambio. El problema surgió con la crisis financiera de Asia, a fines de 1990, cuando se terminó el “empleo para toda la vida” y la sociedad se volvió cada día más competitiva. Ahora, aunque los tiempos de vacas flacas terminaron, algunas costumbres cambiaron para siempre.

Una inversión que no retorna

En Corea del Sur las tradiciones se respetan. Al menos se respetaban hasta hace unas décadas. Los padres gastaban todo el dinero en sus hijos y cuando llegaban a la vejez, los más pequeños les retribuían esa ayuda. Sin embargo, los tiempos cambiaron y ya muchos surcoreanos llegan a la tercera edad sin ahorros ni descendencia que los sostenga. Algo así como cumplir con el depósito de una inversión y que nunca llegue el retorno. Por más que algunos ancianos mantengan su expectativa, la realidad les muestra otra cara.

La comparación de encuestas bianuales del departamento de estadísticas del Gobierno de Corea del Sur expone que cada vez son menos los hijos que mantienen a sus mayores. En 2008, el 52,9% cuidaba de sus padres, y en 2014, el 49,5%. Además, cada vez son menos los que piensan que los jóvenes deben hacerse cargo de los ancianos (lo pensaba el 40,7% en 2008, mientras que en 2014 solo el 31,7%). 

Desde fuera, la mirada sobre la ayuda entre familiares también es contundente: el 'Índice mejor vida 2015' de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sitúa a Corea del Sur como el peor de los países en la categoría 'calidad del respaldo de las redes sociales', que pregunta al encuestado si tiene familiares o amigos con los que contar en cualquier momento, en caso de tener problemas: solo el 72% de los surcoreanos dijo tener a alguien, mientras que entre los españoles fueron el 95%.

Los resultados preocupan todavía más si se tiene en cuenta que la sociedad surcoreana es una de las más envejecidas del mundo: el 13,1% de su población tiene 65 o más años. En 1990 solo el 5,1% pertenecía a ese grupo, pero se estima que en 2060 será el 40,1%. La tasa de suicidio de este grupo supera el doble que la global.

Por su parte, el 'Índice de pensión global Melbourne Mercer', divulgado en octubre de 2015, mide los sistemas de jubilación de las 25 principales economías del mundo y sitúa a este país en el puesto 24º, solo mejor que India. “La situación de los ciudadanos sin hogar es preocupante, cuando van al hospital no tienen dinero para los tratamientos”, advirtió Park Jin-ok, mientras que la directora de la organización Acción para los Sin Hogar, Sarah Park, relató a El Confidencial: “Nuestra gente está muriendo en la calle y lo que recibe de parte del resto de la sociedad es discriminación”.

Un funeral masivo para generar conciencia

Tres alfombras rojas se despliegan a lo largo de la plaza de la Estación Central de Seúl, y sobre ellas descansan 50 tablillas espirituales con los nombres de algunos fallecidos sin funeral durante este año en Corea del Sur. Cada una está cubierta de una bufanda y una rosa, y acumuladas forman un cementerio a escala reducida. Al fondo, un altar con velas, sahumerios, flores y frutas secas les rinde homenaje con el estilo de un velatorio típico local.

Un grupo de organizaciones sociales quiere concientizar a la población, advertirla de que hay ciudadanos muriendo sin que nadie parezca notarlo. Para eso, montaron un memorial en el sitio por donde pasan más de 10.000 usuarios de metro al día. Si los pasajeros esquivan las alfombras, se toparán con un mural compuesto por las fotos de algunos de los que, según la tradición del lugar, no alcanzaron una muerte digna. Antes del espacio dedicado al funeral masivo simbólico hay carpas informativas, caballetes con cartelería y voluntarios repartiendo folletos. Es imposible no verlo.

“Hicimos este homenaje para contar esta realidad a nuestra sociedad y recordar a los fallecidos. Queremos decir a nuestros ciudadanos que hay miembros como ellos que están sufriendo”, explica Park Jin-ok, líder de la institución organizadora. Es 22 de diciembre de 2015, día del solsticio de invierno (la noche más larga del año), pero durante toda la semana se realizaron diferentes actividades para atacar los cuatro puntos principales que las instituciones sociales critican: plan de vivienda, trabajo, salud y funeral público.

Además, los organizadores aceptaron donaciones de bufandas y dinero para abrigos; al final del evento, contabilizaron apenas 100 bufandas y 300 euros, lo que demuestra el bajo interés de la sociedad. “El objetivo principal de esta movilización es cambiar los pensamientos de la gente hacia los menos favorecidos. Si no puedes tener un funeral porque eres pobre, entonces hay distintos niveles de seres humanos, y nosotros pensamos que todos los miembros de la sociedad merecen el mismo respeto. De lo contrario, están siendo discriminados”, sostiene Park Jin-ok.

Pero no todo son malas noticias. El comunicado de prensa de la iniciativa reclamaba que el Gobierno instaurara un “sistema de funeral público para que todos tengan garantizada una muerte digna” y los organizadores confirmaron a El Confidencial que el Ejecutivo de Seúl se comprometió a diseñar un plan de velatorio para las personas sin familia. Además, las actividades hicieron reconsiderar una idea al partido político Saenuri, que propuso revisar una ley para diseccionar los cuerpos de fallecidos sin familia, sin importar los deseos que estos expresaron en vida. “Realizaron la propuesta sin pensar, pero ahora cambiaron de parecer y cancelaron el procedimiento”, confirma Sarah Park.

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