miércoles, 24 de abril de 2013

Con ideas recicladas


Con 90 años en el mercado, la empresa Rotondaro atraviesa complicaciones debido a la competencia desleal y reclama unión para solucionar la gestión de la basura.

Es parte de la tercera generación que trabaja en la empresa que lleva su apellido y que este año cumplirá nueve décadas. Ya con sus hijos en la empresa, asegura que si bien se apoyaron en la fuerza de la marca nunca se descansaron en ello.

Se dedica a la compra de distintos materiales en desuso para procesarlos y reciclarlos. Su compañía es líder en el mercado local y exporta a China y Argentina. Su empresa cuenta con enfardadoras de gran velocidad, balanzas certificadas y genera empleo directo a más de 50 trabajadores.

Ángel Rotondaro ha denunciado a diversos organismos estatales una competencia desleal en el rubro que complica a su empresa. Nunca envío empleados al seguro de paro y reclama ayuda del Estado para no tener que hacerlo.

¿Cómo evalúa el mercado de reciclaje de papel?

Hay una competencia completamente desleal. Las empresas declaran el 10% de lo que venden. Hay organizaciones que abren por un tiempo, no facturan como deben, nos roban clientes a los que trabajamos de forma decente, estafan a los proveedores con las balanzas y cuando ven venir la denuncia cierran. No llegan a sufrir ninguna consecuencia y en ese tiempo hacen un daño terrible.

Cuando alguien viene a vender su papel a Rotondaro, recibe una boleta en la que se detalla cuánto se le compró, a qué precio y quién es el proveedor. Esas boletas engrosan nuestro libro de contabilidad. Eso se junta a todo lo que pagamos por impuestos y derechos laborales de nuestros empleados, que están todos en blanco desde el primer día, cobran doble sus horas extras, tienen uniforme, carnet de salud y demás. Cumplimos con todas las normas de seguridad para cargas. Exigimos prolijidad y presencia a nuestros empleados, que muchas veces se sienten menos que los demás por el trabajo que hacen y eso nos implica un trabajo de educación que  hacemos con gusto. Los ayudamos con las compras y necesidades básicas para que no se metan en préstamos, colaboramos con la construcción de sus casas y fomentamos que manden a sus hijos a la escuela y los lleven a chequeos médicos. En toda la historia de Rotondaro no hubo un solo sindicato porque yo les hablo a mis trabajadores como si fueran mis hijos. Tenemos empleados con 50 años en la empresa. Somos una familia transparente.

Queremos una competencia justa; solo nos exigen a nosotros. Los precios de los papeles vienen bajando, los salarios subieron 50% y las obligaciones no son iguales para todos. No pedimos favores ni excepciones, sino igualdad de condiciones. Además de mi depósito, tengo dos locales que la Intendencia de Montevideo no me habilita porque tengo mucho predio; ese es el argumento que me dan. Con ese terreno yo genero puestos de trabajo para gente que en gran parte vive en cantegriles; no comprendo por qué me prohíben usarlo. Quería trabajar con los envases PET, que son un cáncer para la limpieza de la ciudad, pero a nadie parece importarle. 

¿Ante quien ha hecho denuncias?

Advertimos de esta situación a la DGI, el BSE y el BPS. Éste último solo concurre a las empresas si hay accidentes pero no inspecciona, cuando en muchos casos, los empleados que se lastiman son enviados a sanatorios particulares, arreglan por afuera y no hacen la denuncia.

He perdido clientes porque no acepté venderles sin boleta y no me lamento por eso, pero si no se controla, si no cuidamos al país entre todos, se nos va.

Las denuncias están en proceso; tengo esperanza que voy a conseguir el respaldo.

¿Cómo se puede enfrentar mejor la gestión de la basura?

El 70% del problema está en que la gente no clasifica los residuos, pero si no les enseñamos eso no va a cambiar. Yo visité departamentos del interior con una idea de colocar cestos con letreros para que la gente tire los residuos en distintos recipientes para que queden clasificados. El plan era colocarlos en plazas y lugares de asistencia masiva de público.

Sin embargo, la solución puede ser otra. Yo puedo aportar mi experiencia, que es bastante grande, pero tenemos que planificar entre todos, sin distinción política.

Se le han acercado políticos por este tema...

Con seriedad, casi ninguno. Cuando hablan los ediles y diputados, se creen que se las saben todas pero nunca entraron a un cantegril y eso es crucial en este tema. Me vienen a buscar para hacer líos políticos pero yo lo que quiero es contribuir con la solución.  Tenemos que sentarnos en la misma mesa y resolverlo. Me reuní con la intendenta Ana Olivera, junto a Juan Canessa y Luis Polakof, y hablamos durante dos horas, que fueron suficientes para notar lo bien intencionados y abiertos que están a solucionar el problema. Se preocupan, tienen capacidad y saben a dónde apuntan. Yo soy apolítico y estoy bastante en desacuerdo con este gobierno pero en este tema creo que podemos cambiar la ciudad desde las casas.

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