Los bionegocios han logrado consolidarse a paso firme.
Desde cierto desencuentro entre investigadores –muchos de los cuales no
comprendían la necesidad de una rentabilidad– y empresarios, se ha pasado a un
escenario de mayor cercanía entre la academia y las empresas.
Los reclamos por una política de Estado hacia los
bionegocios, la solicitud de facilidades y beneficios fiscales para quienes
inviertan en este sector están dando sus frutos y ya existe una zona franca de
desarrollo biotecnológico (ver nota en página siguiente), al tiempo que desde
el Gabinete Productivo se impulsa el Plan Sectorial de Biotecnología 2011-2020.
Además, hay apuestas regionales.
La biotecnología consiste en aprovechar ciertas
características de los organismos para usarlos en la industria, ya sea en su
estado natural o mediante modificaciones genéticas para que produzcan lo que se
desea. Puede emplearse para solucionar un problema o estar incluida en los
procesos de fabricación.
“Hace 20 o 30 años, era vista como una ciencia nueva. Hoy
es una herramienta que ya conocemos e incorporamos y se aplica a muchísimos
productos que la aprovechan”, dijo el presidente de la Asociación Uruguaya de
Biotecnología (Audebio), Fernando Ambrosi.
En cuanto a la solución de inconvenientes a nivel
industrial, a las que se puede asistir con respuestas biotecnológicas, Uruguay
tiene cierto atraso. La razón es que los tiempos de investigación oscilan entre
seis y diez años, y en un mercado pequeño, los desarrollos se piensan después
que el problema salió a la luz.
“Estamos tratando de hacer un canal rápido de
investigación y comunicación que cuente con una buena capacidad de respuesta.
Hace falta más orden en este aspecto pero el rumbo es muy alentador”, agregó
Ambrosi.
Marca
biotecnológica país
Las facilidades para el crecimiento del sector
–largamente anheladas y reclamadas– parecen estar llegando. En ese sentido, a
nivel gubernamental se situó a los avances en biotecnología entre los 12
desarrollos principales para el futuro de Uruguay, se creó el Consejo Sectorial
de Biotecnología y Nanotecnología –en el que se nuclean los aportes de casi 30
instituciones–, y se trabaja para redactar un proyecto de ley de promoción de
inversiones en esta área.
En el Consejo Sectorial –que trabajará hasta 2020– se
definieron objetivos que apuntan a mejorar los procesos para el registro de
productos biotecnológicos, formar recursos humanos, estimular la consciencia
social de la importancia de la innovación en biotecnología, mejorar la
articulación entre la academia y el sector productivo, aprovechar las compras
públicas para el desarrollo de la biotecnología, promover la generación de
bionegocios y trabajar en una ley de promoción.
Se trata de un consejo tripartito que integran empresas,
organismos públicos y trabajadores especializados, dijo Fabián Capdevielle,
biotecnólogo que trabaja en el Consejo Sectorial. “Una de las prioridades es
elaborar un plan de comunicación eficiente sobre una marca biotecnológica país
que permita facilitar el posicionamiento de productos y darle más valor
agregado a los bionegocios”, explicó.
Además, se estima que el proyecto de la ley de promoción
–enfocada en los largos plazos de los desarrollos del sector– estará listo en
abril. Ambrosi recordó que el sector no logra poner un producto en el mercado
“en dos días”, por lo que se necesita estar “en constante investigación y con
un nivel de inversión a corto, mediano y largo plazo que permita trabajar con
cierto respaldo”.
Insertos
en la región
El sector tiene clara la necesidad del crecimiento fuera
de fronteras, por lo que la integración regional es un anhelo conjunto, que
está cerca de alcanzarse.
Sus principales impulsos llegan desde la Plataforma de
Biotecnologías del Mercosur (Biotecsur), una comisión permanente de la Reunión
Especializada de Ciencia y Tecnología del Mercosur.
Hasta ahora se trabajó para establecer una visión común
de largo plazo sobre el desarrollo y aplicación de las nuevas tecnologías en el
Mercosur.
El primer período de trabajo contó con 6 millones de
euros (US$ 7,8 millones) de presupuesto y el siguiente tendrá 2 millones de
euros (US$ 2,6 millones). “En la segunda etapa nos centraremos en dar un
impulso a la ejecución de emprendimientos en bionegocios”, dijo Capdevielle,
que es secretario técnico de Biotecsur en Uruguay.
Esta plataforma trabajará en favorecer la erradicación de
la pobreza y los avances médicos en patologías que afectan a la región. “La
primera parte fomentó pocos proyectos para grandes empresas y ahora queremos
abrir el juego”, explicó Capdevielle.
Para que las innovaciones biotecnológicas uruguayas
trasciendan fronteras, es necesario focalizarse en los temas y mercados que
absorben la mayor parte de los hallazgos. Las investigaciones en ADN son cada
vez más solicitadas y vinculadas con otros productos, según Ambrosi.
“El ADN permite generar diferenciales en los productos.
Por ejemplo, en Uruguay, trabajarlo con la carne nos permitiría vender un
alimento de excelente sabor, que además brinde una total seguridad por el
conocimiento de lo que las personas están comiendo. No se vende un plato de
comida sino que también se da información sobre qué es lo que se comerá”,
aseguró Ambrosi.
También está sobre la mesa de las instituciones de
biotecnología el dilema de proyectar al país con una propuesta propia o como
una solución para las demandas de la región. En el mundo, los avances los
lideran EEUU, Canadá y Europa, mientras que China e India no se quedan atrás.
El mayor impacto está en la medicina y cerca del 40% del gasto en salud de los
países desarrollados es en productos biotecnológicos.
En la región, Brasil investiga en temas de salud y
trabajo, mientras que Argentina es un mercado cautivo en lo agrícola. “El
granero argentino y del mundo se está modernizando y hay que pensar cómo
acompañarlo. También hay que definir si queremos ser ‘líderes de’ o ‘asociados
a’ los sectores para los que desarrollamos. En muchos casos somos partidarios
de una postura de complementariedad, porque eso nos da seguridad de demanda y
nos brinda normativas que rigen para más países que el nuestro”, sostuvo
Ambrosi.
El
éxito está en la sinergia
El capital que se destina a investigación llega desde las
empresas, que comercializan los desarrollos de sus investigadores, por lo que
se trata de dos partes que se retroalimentan, y que estando separadas sólo
pueden perder.
Hasta hace pocos años, Uruguay no tenía espacios para
grandes investigaciones locales y los estudiantes buscaban reconocimiento en el
exterior con abordajes de problemáticas mundiales.
“Hoy en día, Uruguay tiene la posibilidad de hacer todas
las cosas que se proponga, siempre limitado por la economía. Los estudiantes no
tenían trabajo y hoy ven que constantemente hay llamados con perfiles a los que
ellos se adecuan. Además, Audebio le pidió a la academia que los trabajos de
las maestrías que se cursan tengan una referencia local, que permita al
estudiante abordar un problema uruguayo”, dijo Ambrosi.
Un
parque para salir al mundo
El Parque de las Ciencias – zona franca inaugurada en
diciembre– es la novedad del sector biotecnológico. Ubicado en el kilómetro
23.500 de la ruta 101, cuenta con un predio de 55 hectáreas en las que hay
siete edificios que suman 40.000 metros cuadrados. Habrá oficinas, centros de
producción y distribución, laboratorios, y edificaciones multipropósito para
instalación de empresas o para almacenamiento. El operador principal será Mega
Pharma, un conglomerado farmacéutico compuesto por nueve laboratorios, entre
los que se destacan Poen, Roemmers y Medihealth.
El objetivo es combinar capitales extranjeros con
recursos humanos uruguayos. Para 2013 se estima que generará 300 empleos
directos. En 2014 se espera una inclusión de 700 nuevos empleados y con el
parque completo se llegaría a 5.000 puestos de trabajo. La inversión alcanzará
los US$ 120 millones en 2013.
“La ley de zonas francas de Uruguay es muy buena pero las
de todo el continente son similares. Lo que más nos atrajo de este país para
definir la instalación, es la seguridad jurídica, el cumplimiento de las leyes
que ha sido honrado a lo largo de la historia”, dijo Arturo Peguero, gerente
general del Parque de las Ciencias.
Además, hubo mucha influencia de los recursos humanos
uruguayos, ya que Roemmers tiene casi 700 empleados en el país y su percepción
ha sido muy positiva.
Los ejecutivos del parque se sienten seguros de la
capacidad del personal y buscan nuevos inversores. Están trabajando para atraer
empresas alemanas y belgas, según se informó.
Datos
Para estudiar biotecnología en Uruguay se puede hacer la
licenciatura en la Universidad ORT o una maestría en la Universidad de la
República.
El sitio del Parque de las Ciencias tiene más información
sobre esta zona franca
En
cifras
Dos millones y medio de dólares en ventas es lo que se
registra por bionegocios cada año.
Veintiún años es el promedio de edad de los trabajadores
de las empresas del sector biotecnológico en Uruguay.
Cuatro millones de pesos es el presupuesto del Consejo
Sectorial de Biotecnología del Gabinete Productivo.
Las
claves:
Promoción. Buscan una ley que brinde seguridades para las
empresas que concreten inversiones en el sector biotecnológico, que muestra
resultados en más de cinco años.
Contacto. El diálogo horizontal entre los centros de
investigación, las empresas y los organismos resulta imprescindible.
Cercanía. Más del 60% de las compañías tienen
relacionamiento con organismos de investigación, lo que muestra avances en el
diálogo entre la academia y las empresas.
Las
frases
“Los
investigadores uruguayos son impulsores directos de los proyectos
biotecnológicos de la región” Fabián Capdevielle, secretario técnico de Biotecsur
en Uruguay.
“Queremos que se transforme
en un lugar estratégico para empresas”.
Arturo Peguero, gerente general del Parque de
las Ciencias.
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