miércoles, 23 de mayo de 2012

La tradición de innovar el negocio


Conoce sus productos a la perfección, aunque no tuvo que estudiarlos el día que entró a la empresa ni visitó las distintas áreas para sacar apuntes. Matías Aliskevich sabe lo que ofrece Fumaya porque participó de todos las etapas del negocio. Ingresó a la compañía con 18 años y estuvo en el sector que convierte la hoja en blanco en una nueva mercancía. También se encargó de vender lo que su equipo diseñó y sacó a relucir el orgullo de su familia en varios países de Centroamérica. Hoy es el Director Comercial de una empresa nacional que nació para dar sustento a una familia de inmigrantes que fabricaba equipamientos hospitalarios y que en la actualidad es líder en la fabricación de equipamientos para la oficina, la industria y el hogar, con propuestas de gran calidad y diseño.

De aquel entonces hasta hoy, el taller metalúrgico se convirtió en una planta industrial de 5.000 metros cuadrados. Lo que nació como la Fábrica Uruguaya de Muebles Asépticos y Anexos es hoy una organización capaz de entregar los productos al cliente en el momento que decide comprarlos, ofreciéndole descuentos si prefiere hacerse cargo del traslado y armado de las mercaderías.

¿Cuál es el objetivo de la nueva unidad de negocios Imagina?

Es una línea de equipamiento para el hogar. Nos pareció interesante que la experiencia no fuera únicamente la del momento de comprar, por lo que lanzamos Imagina, una marca de muebles y accesorios desmontados que vienen en cajas muy pequeñas, con manuales sin texto que explican los pasos del armado sin dificultad. Así se genera un vínculo con los muebles, que no son un mero objeto sino que son armados por los dueños de la casa, quienes se sienten orgullosos de encargarse de esa tarea. Estamos muy contentos y motivados con los primeros meses de Imagina.

¿Cómo ve al mercado uruguayo de muebles y accesorios?

Es complicado por lo chico pero al mismo tiempo muy respetuoso de la tradición. Si bien estamos al tanto de las situaciones internacionales que afectan al país, encontramos un mercado que nos permite crecer. Además, la peor crisis de la empresa que fue en 2002, coincidió con nuestro mejor momento y evaluamos muy bien nuestro desempeño de entonces. Las crisis obligan a adaptarse y mirar para adelante. Y Fumaya está preparada: construimos una planta que aumentó en un 50% nuestra capacidad de producción, lo que nos permite replantearnos un regreso al comercio exterior. La experiencia que tuvimos en mercados como el de Costa Rica, Panamá, Venezuela, Perú y Chile fue muy buena y si bien ahora no nos favorece la cotización del dólar, sigue entre nuestros objetivos la idea de salir nuevamente al mundo.

¿Cuál es el valor principal de Fumaya?

Tenemos una fábrica que genera más del 75% de nuestra facturación y respetamos al cliente a la hora de pensar en nuestra oferta de productos. Ese respeto hace que no dudemos a la hora de hacer alianzas estratégicas con empresas internacionales que sean expertas en lo que estamos ofreciendo.

¿Siente pasión por el rubro?

Me encanta lo que hago porque trabajo en un lugar que cada día propone un desafío diferente. Esta empresa se guía por las tendencias y eso implica que hay que está en constante cambio. En este lugar hay espacio para diseñar, producir e importar. Por eso decimos que “nuestra tradición es innovar”, porque acá sentimos que podemos crear algo nuevo todos los días. A eso, se suma el estímulo de estar a la altura que exige una empresa que fue creada por mi bisabuelo. Además, hay clientes que nos eligen hace 30 años y crecen con nosotros. Con todos esos condimentos, tenés que ser de piedra para no querer este trabajo.

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