Conoce sus productos a la
perfección, aunque no tuvo que estudiarlos el día que entró a la empresa ni
visitó las distintas áreas para sacar apuntes. Matías Aliskevich sabe lo que ofrece
Fumaya porque participó de todos las etapas del negocio. Ingresó a la compañía con
18 años y estuvo en el sector que convierte la hoja en blanco en una nueva
mercancía. También se encargó de vender lo que su equipo diseñó y sacó a
relucir el orgullo de su familia en varios países de Centroamérica. Hoy es el
Director Comercial de una empresa nacional que nació para dar sustento a una
familia de inmigrantes que fabricaba equipamientos hospitalarios y que en la
actualidad es líder en la fabricación de equipamientos para la oficina, la
industria y el hogar, con propuestas de gran calidad y diseño.
De
aquel entonces hasta hoy, el taller metalúrgico se convirtió en una planta
industrial de 5.000 metros cuadrados. Lo que nació como la Fábrica Uruguaya de
Muebles Asépticos y Anexos es hoy una organización capaz de entregar los productos
al cliente en el momento que decide comprarlos, ofreciéndole descuentos si
prefiere hacerse cargo del traslado y armado de las mercaderías.
¿Cuál es el objetivo de la
nueva unidad de negocios Imagina?
Es
una línea de equipamiento para el hogar. Nos pareció interesante que la
experiencia no fuera únicamente la del momento de comprar, por lo que lanzamos
Imagina, una marca de muebles y accesorios desmontados que vienen en cajas muy
pequeñas, con manuales sin texto que explican los pasos del armado sin
dificultad. Así se genera un vínculo con los muebles, que no son un mero objeto
sino que son armados por los dueños de la casa, quienes se sienten orgullosos
de encargarse de esa tarea. Estamos muy contentos y motivados con los primeros
meses de Imagina.
¿Cómo ve al mercado uruguayo
de muebles y accesorios?
Es
complicado por lo chico pero al mismo tiempo muy respetuoso de la tradición. Si
bien estamos al tanto de las situaciones internacionales que afectan al país,
encontramos un mercado que nos permite crecer. Además, la peor crisis de la
empresa que fue en 2002, coincidió con nuestro mejor momento y evaluamos muy
bien nuestro desempeño de entonces. Las crisis obligan a adaptarse y mirar para
adelante. Y Fumaya está preparada: construimos una planta que aumentó en un 50%
nuestra capacidad de producción, lo que nos permite replantearnos un regreso al
comercio exterior. La experiencia que tuvimos en mercados como el de Costa
Rica, Panamá, Venezuela, Perú y Chile fue muy buena y si bien ahora no nos
favorece la cotización del dólar, sigue entre nuestros objetivos la idea de
salir nuevamente al mundo.
¿Cuál es el valor principal
de Fumaya?
Tenemos
una fábrica que genera más del 75% de nuestra facturación y respetamos al
cliente a la hora de pensar en nuestra oferta de productos. Ese respeto hace que
no dudemos a la hora de hacer alianzas estratégicas con empresas
internacionales que sean expertas en lo que estamos ofreciendo.
¿Siente pasión por el rubro?
Me
encanta lo que hago porque trabajo en un lugar que cada día propone un desafío
diferente. Esta empresa se guía por las tendencias y eso implica que hay que
está en constante cambio. En este lugar hay espacio para diseñar, producir e
importar. Por eso decimos que “nuestra tradición es innovar”, porque acá
sentimos que podemos crear algo nuevo todos los días. A eso, se suma el
estímulo de estar a la altura que exige una empresa que fue creada por mi
bisabuelo. Además, hay clientes que nos eligen hace 30 años y crecen con
nosotros. Con todos esos condimentos, tenés que ser de piedra para no querer
este trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario